Por Claudia Galleguillos
Líder de Estrategias Hídricas
Fundación Chile
La vida que fluye bajo tierra se está secando. Esa es la alerta internacional que se releva en el Día Mundial del Agua de este año, en un llamado urgente por visibilizar y cuidar las aguas subterráneas, indispensables para la vida y el desarrollo. La tierra posee sistemas naturales para el almacenamiento de agua, que se mantienen escondidos bajo tierra, y contienen el 62% del volumen del agua dulce disponible en el mundo, siendo de gran relevancia en lugares que deben enfrentar sequías extremas, como es el caso de Chile.
Estas fuentes de agua constituyen el principal sistema de seguridad hídrica de los territorios y su sobreexplotación pone en alerta al mundo no "sólo" por el agotamiento del recurso, sino también por los riesgos en el deterioro en la calidad del agua provocados por la intrusión salina y el aumento en la concentración de contaminantes cuando disminuye su cantidad. A eso se suman posibles subsidencias que comienzan a manifestarse en varias ciudades del mundo, donde la tierra se hunde por el espacio vacío del subsuelo, que antes era ocupado por agua y ahora es incapaz de soportar el peso de toda una ciudad.
Estudios internacionales han alertado que más del 20% de las aguas subterráneas en el mundo se están secando por sobreexplotación y sequía extrema (Jasechco y Perrone, 2021), lo que hace urgente el manejo de las intervenciones que se realizan en el suelo, para alcanzar su sustentabilidad y poder seguir contando con esta fuente finita que sostiene más de la mitad del agua potable en el mundo y sistemas de riego agrícola en aumento.
Sobreexplotación en Chile
En Chile, el informe país de 2016 evidenció un aumento en la demanda de aguas subterráneas desde el año 2000, alcanzando un 60% en solicitud de derechos a 2016, gatillado por la disminución en la disponibilidad de aguas superficiales. Por otro lado, de 375 acuíferos catastrados en el país, hay 189 con limitaciones de otorgamiento de nuevos derechos de aguas subterráneas, sin embargo, la información respecto a la calidad y cantidad de agua en ellos es deficiente para evaluar su sostenibilidad. La publicación "Radiografía del Agua", de la plataforma Escenarios Hídricos 2030 (EH2030, 2018), constató una reducción significativa en los niveles de los pozos en algunos lugares de uso intensivo en Chile, siendo un indicador que alerta de un posible agotamiento del recurso.
En el caso de la cuenca del Maipo (con el 40% de la población del país), los derechos de aguas subterráneas otorgados superan en un 35% la capacidad de recarga natural en la cuenca. En el caso de la cuenca del Maule (20% de la producción agrícola en Chile), esa cifra llega al 13% (WaterWays, 2022; estudio realizado para EH2030).
La Unión Europea obliga a sus Estados miembros a definir un porcentaje de extracción de aguas subterráneas basado en el volumen de agua recargado. Cuando los volúmenes anuales de extracción son superiores al límite impuesto por el porcentaje máximo de recarga, se considera que el acuífero está en mal estado. En este caso, los Estados miembros están obligados a definir un conjunto de medidas para que el acuífero vuelva a estar en buenas condiciones.
Bajo la evidencia científica, existe una clara sobreexplotación del recurso hídrico en Chile, que se ha acentuado con acciones para paliar la emergencia. Han sido acciones dispersas y carentes de una mirada estratégica y sistémica que apunten a un desarrollo sustentable, donde la conservación del medio ambiente y la equidad social sean las bases para superar la crisis. Debemos avanzar con acciones de corto plazo que consideren el impacto a largo plazo, tomando conciencia de que profundizar un pozo ahora es profundizar el problema a futuro, siendo una acción urgente de regular en momentos de crisis.
En Chile existe una clara sobreexplotación del recurso hídrico, advierte Claudia Galleguillos.
Gestión de la demanda, recarga y fuentes alternativas
La amenaza de un posible racionamiento de agua para el consumo humano hace trasladar el problema a la sociedad en su conjunto, quienes deberán pagar una tarifa más cara por el agua desalada, siendo que el consumo humano solo representa el 6,3% del uso de agua nacional, comparado con el 88% del consumo agrícola que no alcanza el 50% de eficiencia en todo Chile.
Mirar como única solución las fuentes alternativas de agua para el consumo humano no resuelve el problema de fondo, sino que deja en evidencia una inequidad en la distribución de los pasivos ambientales cuyo costo económico, social y ambiental termina recayendo en los ciudadanos.
Debemos ampliar la mirada a otras soluciones disponibles, siendo la gestión de la demanda, la recarga y fuentes de agua alternativas, las herramientas base para garantizar la sustentabilidad de las aguas subterráneas (WaterWays, 2021; estudio realizado para EH2030). La medida más costo eficiente para trabajar con los acuíferos sobrexplotados es la gestión de la demanda, donde siempre existe resistencia a los cambios a nivel local. Esta debe ser acompañada de acciones que nos ayuden a adaptarnos al cambio climático, como las Soluciones Basadas en la Naturaleza, potenciando y conservando los lugares que aportan a la recuperación del ciclo hídrico, como el bosque nativo y las zonas de alta recarga natural que en el caso de la cuenca del Maipo aportan hasta 64 m3/s, y en Maule 74,83 m3/s, dependiendo de la lluvia caída.
Es deber del Estado enfrentar esta crisis con altura de miras, para construir el país que necesitamos, dejando atrás las acciones "en la medida de lo posible". También es responsabilidad de todos avanzar en desarrollar las confianzas, la solidaridad y la cooperación para dar el impulso que permitan sembrar un futuro mejor para todos.