Miércoles 29 de marzo de 2023.- Acelerar la descarbonización para evitar los daños que el cambio climático y la contaminación del aire a nivel local están provocando en la salud de la población es uno de los principales llamados que hace el informe científico internacional "Lancet Countdown: salud y cambio climático en Sudamérica". En ese contexto, destaca que esta medida puede aportar "beneficios sustanciales e inmediatos" como la reducción en la tasa de mortalidad atribuible a la exposición a material particulado fino (MP2,5), índice que en la región –según el estudio– es liderado por Chile y Perú con 230 y 176 muertes por millón de personas, respectivamente, en el año 2020.
El informe corresponde a una colaboración académica independiente y multidisciplinaria, que incluye a diversas instituciones y organismos de las Naciones Unidas que analizaron los vínculos entre la salud pública y el cambio climático en América del Sur, con la finalidad de entregar evidencias y apoyar a los tomadores de decisiones en el desarrollo de estrategias para responder a estas problemáticas. Sobre ese escenario, el reporte señala cuatro conclusiones y mensajes clave:
• El cambio climático está perjudicando la salud de los sudamericanos y se requieren medidas inmediatas:
El estudio sostiene que "en los últimos diez años, las olas de calor, más frecuentes e intensas, han puesto cada vez en más peligro la salud y la supervivencia de los infantes menores de un año y de los adultos mayores de 65 años", en casi todos los países. Brasil, Argentina, Colombia y Venezuela aparecen como los países más afectados.
Añade que las altas temperaturas están limitando crecientemente la productividad de los trabajadores, socavando sus medios de subsistencia y agravando los efectos de la crisis económica. "La pérdida potencial de ingresos regionales asociada a la reducción de la productividad laboral por el calor en 2021 fue de 22.000 millones de USD, siendo los sectores de construcción y agricultura los más gravemente afectados", apunta.
Al mismo tiempo, recuerda que el cambio climático "ejercerá una presión adicional sobre los sistemas alimentarios, lo que resulta especialmente preocupante en Sudamérica, donde 168.7 millones de personas sufren inseguridad alimentaria moderada o grave. El cambio de las condiciones medioambientales, que incluye sequías más intensas y prolongadas, fenómenos meteorológicos extremos, temperaturas más altas y mayores concentraciones de CO2 en la atmósfera, está afectando al crecimiento, el rendimiento y el contenido nutricional de varios cultivos, incluidos cuatro cultivos básicos (trigo, arroz, maíz y soja)".
El estudio también advierte sobre la mayor exposición de la población a los incendios forestales, a raíz de las altas temperaturas y la mayor incidencia de sequías en muchas zonas, lo que favorece la propagación de estos siniestros y dificulta su control. "A nivel regional, la exposición de la población a un peligro de incendio forestal muy alto o extremadamente alto en Sudamérica ha aumentado en nueve de los 12 países, con un aumento medio de siete días más en 2018-2021 en comparación con la línea de base referencial".
• Acelerar los esfuerzos hacia una transición con cero emisiones de carbono
El informe concluye que Sudamérica debe "continuar y acelerar los esfuerzos para mitigar sus emisiones de gases de efecto invernadero, reducir el cambio de uso del suelo vinculado a la deforestación, descarbonizar su sistema energético y de transporte, y aumentar su uso y producción de energías renovables. Hacerlo no solo ayudará a la región a cumplir sus compromisos en virtud del Acuerdo de París, sino que también proporcionará importantes beneficios para la salud gracias a la mejora de la calidad del aire, la reducción de la pobreza energética, la reducción de las desigualdades en el acceso al transporte y estilos de vida más activos".
En ese contexto, señala que la región es responsable del 6% de las emisiones mundiales de GEI, las cuales se relacionan principalmente con los cambios en el uso del suelo (24%), la agricultura (28%) –ambos asociados a la deforestación– y la producción de energía (39%), áreas en las que se deben concentrar los esfuerzos de mitigación.
En lo que respecta a la generación de energía, resalta que reemplazar el uso de combustibles fósiles por otros limpios no sólo disminuye las concentraciones de GEI en la atmósfera, sino que también ayuda a mejorar la calidad del aire a nivel local que respiran las personas. "En Sudamérica, la exposición a material particulado 2,5 en el aire exterior causó 37.000 muertes solo en 2020. Los países sudamericanos con la mayor tasa de mortalidad atribuible a la exposición a PM2.5 son Chile y Perú, con 230 y 176 muertes por millón. Los costos monetizados de la mortalidad prematura debida a la contaminación atmosférica en Sudamérica equivalen a los ingresos medios de 2.9 millones de personas", detalla.
Al mismo tiempo, subraya que el cambio a combustibles limpios también puede reducir significativamente la exposición a la contaminación atmosférica doméstica y las desigualdades sanitarias entre las zonas urbanas y rurales. "Un 23% de la población rural sigue dependiendo exclusivamente de combustibles de biomasa para cocinar, exponiéndose a altos niveles de contaminantes atmosféricos dentro de sus hogares. La media anual de exposición a MP2,5 de un hogar rural es de 171 µg/m3, 34 veces superior al umbral anual recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 5 µg/m3", afirma.
También indica que la descarbonización del transporte terrestre podría generar importantes beneficios para la salud de la población, ayudando a evitar las más de 10.100 muertes atribuibles a la exposición a la contaminación atmosférica por MP2,5 proveniente de este sector en 2020. Al respecto, revela que los combustibles fósiles siguen siendo la principal fuente del transporte terrestre en Sudamérica, con un 84%, seguido de los biocombustibles. En tanto, la electromovilidad –donde Chile aparece como líder– no alcanza aún el 1%.
"Una acción rápida para dejar el uso de combustibles fósiles en la región y aumentar la producción local de energía renovable y limpia a todos los niveles (es decir, individual, doméstico, comunitario y social) no sólo contribuiría a cumplir los compromisos que los países establecieron en el Acuerdo de París, sino que también proporcionaría sistemas energéticos más resilientes, estables y soberanos para las poblaciones sudamericanas. Esto, a su vez, reduciría la dependencia de la región de los volátiles mercados internacionales de combustibles fósiles y de los conflictos geopolíticos, ayudaría a reducir la pobreza energética y sus impactos en la salud asociados, y mejoraría la calidad del aire que respiran las personas en toda la región", concluye.
Sobre ese escenario, añade que es preocupante que los países de la región sigan ofreciendo incentivos financieros al consumo de combustibles fósiles, cuyo valor total "equivale en promedio al 10,5% del gasto gubernamental en salud en la región". Detalla que este subsidio llega a un 85,6% del presupuesto sanitario nacional en Venezuela, mientras que en Brasil, Chile y Colombia va entre un 3,5% y un 4,8%.
Entre otros aspectos, el informe advierte, además, que el 84% de los 73 centros urbanos examinados en la Región, contaba con niveles muy bajos o excepcionalmente bajos de áreas verdes, útiles para hacer frente a las olas de calor y mejorar la calidad del aire. Y señala que Chile y Paraguay fueron los únicos países de la región en que disminuyeron los espacios verdes en la última década, con -0,84% y -3,17% respectivamente.
• Aumentar la preparación para proteger a la población de los impactos en salud de la crisis climática.
"Comprender, evaluar y hacer un seguimiento de los impactos en salud del cambio climático y de los beneficios colaterales para la salud de las acciones climáticas es fundamental para el desarrollo de planes y políticas de adaptación que puedan proteger la salud de la población de los crecientes riesgos sanitarios relacionados con el clima y maximizar su impacto positivo", plantea el informe.
• Se requieren compromisos financieros serios para responder a los retos que impone el cambio climático.
El estudio advierte: "A pesar de la urgente necesidad de proteger la salud de las poblaciones locales frente al rápido aumento de los peligros para la salud, la adaptación sanitaria está lamentablemente infra financiada en Sudamérica, con sólo el 10% (36 millones de USD) de la financiación aprobada relacionada con la adaptación dedicada a la salud en 2021".
Agrega que el "gasto social y en infraestructuras necesario para cumplir los objetivos climáticos oscila entre el 7% y el 19% del producto interno bruto (PIB) para 2030 (entre 470.000 y 1.300.000 millones de dólares en 2030), dependiendo de las condiciones iniciales y de los objetivos económicos y sociales propuestos. Bajo esta perspectiva, una transición justa hacia un futuro sostenible requiere que se pongan fondos suficientes a disposición de los países menos industrializados, incluidos muchos de Sudamérica".